Afganist�n-Estados Unidos una geopol�tica mundial del comercio de las drogas
El opio, la CIA y la administraci�n Karzai
Peter Dale ScottPara Peter Dale Scott son in�tiles los lamentos sobre el desarrollo del cultivo de droga en Afganist�n y sobre la epidemia mundial de adicci�n a la hero�na. Lo importante es sacar conclusiones de los hechos ya comprobados: los talibanes hab�an erradicado el cultivo del opio de amapola y la OTAN favoreci� su cultivo, el dinero de la droga corrompi� el gobierno afgano de Karzai pero este dinero se encuentra principalmente en Estados Unidos, cuyas instituciones est�n corruptas. As� que la toma de decisi�n para solucionar este tr�fico no est� en Kabul sino en Washington.
En Afganist�n, la OTAN trata de eliminar las plantaciones de adormidera (opio-amapola) que cultivan los opositores y protege los de sus aliados
El importante art�culo de Alfred McCoy publicado el 30 de marzo de 2010 [1]. en el TomDispatchdeber�a haber incitado al Congreso a movilizarse para emprender una verdadera reevaluaci�n de la aventura militar totalmente imprudente de Estados Unidos en Afganist�n.
La respuesta a la pregunta que plantea el t�tulo de ese art�culo –��Hay alguien capaz de pacificar el mayor narcoEstado del mundo?�– salta a la vista en ese mismo art�culo. Es un resonante ��No!�… si no se modifican fundamentalmente los objetivos y estrategias definidos, tanto en Washington como en Kabul.McCoy demuestra claramente que:
el Estado afgano de Hamid Karzai es un narcoEstado corrupto, que obliga a los afganos a pagar sobornos ascendientes a 2 500 millones de d�lares al a�o, cifra equivalente a la cuarta parte de la econom�a del pa�s.
la econom�a afgana es una narcoeconom�a: en 2007, Afganist�n produjo 8 200 toneladas de opio, cifra que representa el 53% del PIB nacional y el 93% del tr�fico de hero�na a nivel mundial.
Mapa que muestra los mayores campos dedicados al cultivo de la adormidera en Afganist�n y la intensidad de la guerra en 2007 y 2008
Para enfrentar el problema, las opciones militares son en el mejor de los casos ineficaces, y en el peor, contraproducentes. McCoy estima que la mayor esperanza reside en la reconstrucci�n de la agricultura afgana para convertir el cultivo de v�veres en una alternativa viable capaz de competir con el cultivo de la adormidera o amapola del opio, un proceso que puede demorar 10 o 15 a�os, o incluso m�s tiempo. (Presentar� m�s adelante mi propia argumentaci�n a favor de una soluci�n intermedia: que la International Narcotics Board conceda a Afganist�n una licencia para que ese pa�s pueda vender su opio de forma legal.)
El principal argumento de McCoy es que, cuando alcanz� su m�ximo nivel de producci�n, la coca�na colombiana representaba s�lo alrededor del 3% de la econom�a nacional y, sin embargo, las FARC y los escuadrones de la muerte de derecha, ambos ampliamente financiados por la droga, siguen desarroll�ndose en ese pa�s. La simple erradicaci�n de la droga, sin disponer de antemano de un cultivo que la sustituya en la econom�a afgana, exigir�a la imposici�n de insoportables presiones a una sociedad rural ya devastada cuyo �nico ingreso importante proviene del opio. Para convencerse de ello basta con recordar la ca�da de los talibanes en 2001, consecuencia de una reducci�n draconiana –implementada por los propios talibanes– de la producci�n de droga en Afganist�n, que pas� de 4 600 toneladas a s�lo 185 toneladas, lo cual convirti� el pa�s en un cascar�n vac�o.
A primera vista, los argumentos de McCoy parecen irrefutables y, en una sociedad racional, deber�an dar lugar a un prudente debate al que seguir�a un importante cambio de la pol�tica militar de Estados Unidos. McCoy present� su estudio con tacto y diplomacia realmente considerables, para facilitar ese tipo de resultado.
La responsabilidad hist�rica de la CIA en el tr�fico mundial de droga
Desgraciadamente, numerosos factores hacen poco probable la adopci�n inmediata de una soluci�n positiva de ese tipo. Hay muchas razones que as� lo determinan, entre ellas desagradables realidades que McCoy olvid� o minimiz� en su ensayo –sin embargo brillante en otro sentido– y que es necesario abordar si realmente se trata de adoptar estrategias sensatas en Afganist�n.
La primera realidad es que la creciente implicaci�n de la CIA y su responsabilidad en el tr�fico mundial de droga es un tema tab� en los c�rculos pol�ticos, campa�as electorales y medios masivos de difusi�n. Y quienes han tratado de romper ese silencio, como el periodista Gary Webb, han visto sus carreras destruidas.
Despu�s de ver como Alfred McCoy se ha implicado m�s que nadie en hacer que el p�blico tome conciencia de la responsabilidad de la CIA en el tr�fico de droga dentro de las zonas donde se desarrollan las guerras estadounidenses, no me agrada tener que afirmar que el propio McCoy minimiza ese fen�meno en su art�culo. Cierto es que escribe que �el opio surgi� como fuerza estrat�gica en el medio pol�tico afgano durante la guerra secreta de la CIA contra los sovi�ticos� y que agrega que esa guerra �fue el catalizador que transform� la frontera pakistano-afgana en la m�s importante regi�n productora del mundo�.
Sin embargo, en una extra�a frase, McCoy sugiere que la CIA se vio arrastrada de forma pasiva a establecer alianzas vinculadas a la droga durante los combates contra las fuerzas sovi�ticas en Afganist�n, desde 1979 hasta 1988, cuando en realidad fue precisamente la CIA la que cre� esas alianzas para combatir a los sovi�ticos:
En uno de esos accidentes hist�ricos con tintes de iron�a, la frontera sur de la China comunista y de la Uni�n Sovi�tica coincidieron con la zona asi�tica productora de opio, a lo largo de una cadena monta�osa, sinti�ndose as� la CIA atra�da hacia el establecimiento de alianzas llenas de ambig�edad con los jefes tribales de los altiplanos de esa regi�n.
Gulbudin HekmatyarNunca tal �accidente� en Afganist�n, donde los primeros se�ores de la droga de importancia internacional –Gulbudin Hekmatyar y Abu Rasul Sayyaaf– en realidad se vieron proyectados hacia la escena internacional gracias al masivo e imprudente apoyo de la CIA, en colaboraci�n con los gobiernos de Pakist�n y de Arabia Saudita.
Mientras otras fuerzas locales de resistencia eran consideradas como fuerzas de segunda clase, estos dos clientes de Pakist�n y de Arabia Saudita, precisamente por no disponer de apoyo a nivel local, fueron pioneros en el uso del opio y la hero�na como medio de conformar sus fuerzas de combate y de crear un recurso financiero [2].
Los dos se convirtieron, adem�s, en agentes del extremismo salafista atacando el Islam sufista end�geno en Afganist�n. Los dos acabaron convirti�ndose en agentes de al-Qaeda [3].Pero no era la primera vez que la CIA se implicaba en el tr�fico de droga. La responsabilidad de la CIA en el papel dominante que hoy desempe�a Afganist�n en el tr�fico mundial de hero�na reproduce en cierta forma lo que sucedi� anteriormente en Birmania, en Laos y en Tailandia, entre finales de los a�os 1940 y los a�os 1970. Esos pa�ses tambi�n se convirtieron en importantes actores del tr�fico de droga gracias al apoyo de la CIA (y de los franceses, en el caso de Laos), sin el cual s�lo hubieran llegado a ser actores locales.
Abdul Rasul Sayyaf
Tampoco es posible hablar en ese caso de un �ir�nico accidente�. El propio McCoy ha demostrado c�mo, en todos esos pa�ses, la CIA no s�lo toler� sino que apoy� el crecimiento de los fondos de las fuerzas anticomunistas gracias al financiamiento proveniente de la droga, para contrarrestar el peligro que representaba una intrusi�n de la China comunista en el sudeste de Asia. Desde los a�os 1940 hasta finales de los a�os 1970, y al igual que en el actual Afganist�n, el apoyo de la CIA contribuy� a transformar el Tri�ngulo de Oro en un importante proveedor de opio a nivel mundial.
Durante ese mismo periodo, la CIA reclut� colaboradores a todo lo largo de las rutas de contrabando del opio cl�sico, como hizo en Turqu�a, L�bano, Francia, Cuba, Honduras y M�xico. Entre esos colaboradores se encontraban agentes gubernamentales, como Manuel Noriega en Panam� y Vladimiro Montesinos en Per�, a menudo personalidades experimentadas pertenecientes a los servicios de polic�a que contaban con apoyo de la CIA o a los servicios de inteligencia. Pero tambi�n hab�a movimientos insurreccionales, desde los Contras de Nicaragua en los a�os 1980 (seg�n Robert Baer y Seymour Hersh) hasta el Jundallah [4], afiliado a al-Qaeda, que actualmente opera en Ir�n y en Baluchist�n [5].
Es el gobierno de Karzai, no los talibanes, quien domina la econom�a de la droga afgana
El mejor ejemplo de esa influencia de la CIA sobre los traficantes de droga se encuentra hoy, indudablemente, en Afganist�n, donde el propio hermano del presidente Karzai, Ahmed Wali Karzai (un activo colaborador de la CIA) [6], y Abdul Rashid Dostum (un viejo colaborador de la agencia) aparecen entre los acusados de tr�fico de droga [7].
La corrupci�n vinculada a la droga en el seno del gobierno afgano debe atribuirse en parte a la decisi�n de Estados Unidos y de la CIA de desencadenar la invasi�n de 2001 con el apoyo de la Alianza del Norte, movimiento cuya vinculaci�n con la droga era harto conocida en Washington [8]
- Mapa de la CIA en el que se muestran las rutas del opio afgano destinado a Europa en 1988. Seg�n las informaciones de la CIA, actualizadas en 2008: �La mayor parte de la hero�na proveniente del sudeste de Asia transita por v�a terrestre, a trav�s de Ir�n y Turqu�a, hasta llegar a Europa atravesando los Balcanes.� La realidad es que la droga se env�a tambi�n a trav�s de los Estados ex sovi�ticos, as� como de Pakist�n y Dubai
De esa manera, Estados Unidos reprodujo concientemente en Afganist�n la situaci�n que ya hab�a creado en Vietnam. Tambi�n en Vietnam (al igual que Ahmed Wali Karzai medio siglo m�s tarde) el hermano del presidente, Ngo Dinh Nhu, utilizaba la droga para financiar una red privada que le permiti� “arreglar” las elecciones a favor [del presidente] Ngo Dinh Diem [9].
Thomas H. Johnson, coordinador de estudios de investigaci�n antropol�gica en la Naval Postgraduate School, demostr� que el �xito de un programa de contrainsurgencia es improbable cuando ese programa apoya un gobierno local flagrantemente disfuncional y corrupto [10].As� que me opongo a McCoy cuando este �ltimo, al igual que los medios masivos de difusi�n de Estados Unidos, describe la econom�a de la droga afgana como dominada por los talibanes (Seg�n los t�rminos del propio McCoy: �Si los insurgentes toman el control de esta econom�a ilegal, como hicieron los taibanes, la tarea se har� entonces casi imposible.�). La parte correspondiente a los talibanes en el mercado del opio afgano se estima generalmente entre 90 y 400 millones de d�lares. Pero la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) estima que el total de ingresos provenientes del comercio del opio y la hero�na se sit�a entre los 2 800 millones y los 3 400 millones de d�lares [11].
Es evidente que no son los talibanes quienes se han apoderado de esa econom�a, mayoritariamente controlada por los partidarios del gobierno de Karzai. En 2006, un informe del Banco Mundial afirmaba que �al m�s alto nivel, 25 o 30 grandes traficantes, la mayor�a con bases en el sur de Afganist�n, controlan las transacciones y los env�os m�s importantes, trabajando estrechamente con apoyo de personas que ocupan posiciones pol�ticas y gubernamentales al m�s alto nivel� [12].
Los medios estadounidenses no se han interesado en esos hechos, ni tampoco en la influencia que tienen en las estrategias pol�ticas de su propio pa�s en Afganist�n, en materia de guerra y de tr�fico de droga. La administraci�n Obama parece haberse distanciado de los poco juiciosos programas de erradicaci�n de la �poca de Bush, que nunca lograron la adhesi�n del campesinado afgano. Ha preferido instaurar una pol�tica de prohibici�n selectiva del tr�fico, atacando solamente a los traficantes que ayudan a la oposici�n [13].
Queda por demostrar la eficacia de esa pol�tica en lo que a debilitar el talib�n se refiere. Lo que s� est� claro es que adoptar como blanco exclusivo a quien representa, en el mejor de los casos, una d�cima parte del tr�fico total nunca permitir� acabar con la actual posici�n de Afganist�n como principal narcoEstado. Y tampoco permitir� acabar con la actual epidemia mundial de consumo de hero�na, que comenz� a fines de los a�os 1980 y que ya ha dado lugar a la aparici�n de 5 millones de toxic�manos en Pakist�n, de m�s de 2 millones de adictos en Rusia, de 800 000 en Estados Unidos y de m�s de 15 millones a escala mundial, entre ellos un mill�n en el propio Afganist�n.
La pol�tica de prohibici�n selectiva del gobierno de Obama ayuda tambi�n a explicar su rechazo a tomar en cuenta la soluci�n m�s humana y m�s razonable de la epidemia mundial de hero�na afgana. Se trata de la iniciativa �poppy for medicine� (Opio para la medicina) del International Council on Security and Development (ICOS, anteriormente conocido como Senlis Council), que plantea la creaci�n de un programa de otorgamiento de autorizaciones, lo cual permitir�a a los agricultores vender su opio para garantizar la producci�n de medicamentos esenciales y altamente solicitados, como la morfina y la code�na [14].
Esa proposici�n ha recibido el apoyo del Parlamento Europeo y del parlamento canadiense, pero fue objeto de severas cr�ticas en Estados Unidos, principalmente porque pudiera engendrar un aumento de la producci�n de opio. Sin embargo, esa proposici�n ser�a, a mediano plazo, una respuesta a la epidemia de hero�na que asola Europa y Rusia –situaci�n que no se resolver� con la alternativa que presenta McCoy de sustituir el opio con otros cultivos durante los 10 o 15 pr�ximos a�os, y menos a�n con el programa de eliminaci�n selectiva de proveedores de opio que aplica la administraci�n Obama.
Una consecuencia que casi nunca se menciona de la iniciativa �poppy for medicine� ser�a la reducci�n de los ingresos provenientes del tr�fico il�cito que permiten mantener el gobierno de Karzai. Es por eso, o simplemente porque todo lo que se acerca a una legalizaci�n de las drogas es tema tab� en Washington, que la iniciativa �poppy for medicine� tiene pocas posibilidades de obtener el apoyo de la administraci�n Obama.
La hero�na afgana y la �CIA Connection� a nivel mundial
Hay otro p�rrafo en el que McCoy, a mi entender err�neamente, concentra su atenci�n en Afganist�n como centro del problema m�s bien que en los propios Estados Unidos: En una conferencia sobre la droga, desarrollada en Kabul este mes, el jefe del servicio federal antinarc�ticos de Rusia estim� el monto actual del cultivo de opio en Afganist�n en 65 000 millones de d�lares. Solamente 500 millones van a los cultivadores afganos, 300 millones a los talibanes y los 64 000 millones restantes van a la �mafia de la droga�, garantiz�ndole amplios fondos para corromper al gobierno de Karzai (subraya el autor) en un pa�s cuyo PIB es de s�lo 10 000 millones de d�lares [15].
Ese p�rrafo pasa por alto un hecho important�simo: seg�n la ONUDC, s�lo entre un 5 y un 6% de esos 65 000 millones de d�lares, o sea entre 2 800 y 3 400 millones, se quedan en Afganist�n [16]. Cerca del 80% de las ganancias provenientes del tr�fico de droga proviene de los pa�ses consumidores –en este caso, Rusia, Europa y Estados Unidos. As� que no se debe creer ni por un instante que el �nico pa�s que se corrompe con el tr�fico de droga afgana es el pa�s de origen. Donde quiera que el tr�fico ha logrado hacerse importante, incluyendo los pa�ses por donde transita, en realidad ha logrado sobrevivir gracias a la protecci�n, en otras palabras, gracias a la corrupci�n.
No existen pruebas de que el dinero de la droga que han ganado los traficantes aliados de la CIA haya alimentado las cuentas bancarias de la CIA o las de sus oficiales, pero la CIA ha sacado provecho indirectamente del tr�fico de droga y ha desarrollado con el paso de los a�os una estrecha relaci�n con ese ilegal comercio. La guerra secreta de la CIA en Laos fue un caso extremo. Durante ese conflicto, la CIA hizo la guerra utilizando como principales aliados al Ej�rcito Real laosiano del general Ouane Rattikone y el Ej�rcito Hmong del general Vang Pao, ambos financiados en gran parte por la droga. La masiva operaci�n de la CIA en Afganist�n correspondiente a los a�os 1980 fue otro ejemplo de guerra parcialmente financiada por la droga [17].
Una protecci�n para los traficantes de droga en Estados Unidos
o es por lo tanto sorprendente que, a trav�s de los a�os, los gobiernos de Estados Unidos, siguiendo el camino trazado por la CIA, hayan protegido a traficantes de droga contra los procedimientos judiciales en los propios Estados Unidos. Por ejemplo, tanto la CIA como el FBI intervinieron en 1981 contra la inculpaci�n (por robo de autos) del narcotraficante mexicano y zar del espionaje Miguel Nazar Haro, afirmando que Nazar era �un contacto esencial, repito, un contacto esencial para la oficina de la CIA en M�xico�, en cuestiones de �terrorismo, inteligencia y contrainteligencia� [18]. Cuando el fiscal general asociado Lowell Jensen se neg� a tramitar la inculpaci�n de Nazar, el fiscal de San Diego, William Kennedy, denunci� p�blicamente el caso… por lo cual fue r�pidamente despedido [19]
Un ejemplo reciente y espectacular de implicaci�n de la CIA en el tr�fico de droga fue el caso del general Ram�n Guill�n D�vila, colaborador venezolano de la CIA, caso que explico en mi libro, a�n por publicar, Fueling America’s War Machine [20]
El general Ram�n Guill�n D�vila, jefe de la unidad antidroga creada por la CIA en Venezuela, fue inculpado en Miami de haber introducido una tonelada de coca�na en Estados Unidos. Seg�n el New York Times, �la CIA, a pesar de la objeci�n de la Drug Enforcement Administration, aprob� el env�o de al menos una tonelada de coca�na pura hacia el aeropuerto internacional de Miami como medio de obtener informaci�n sobre los c�rteles colombianos de la droga�. La revista Time report� que un solo cargamento representaba 450 kilos y estuvo precedido de otros �por un total cercano a una tonelada� [21].
Mike Wallace confirm� que �la operaci�n secreta de la CIA y de la Guardia Nacional reuni� r�pidamente esa coca�na, m�s de tonelada y media, que fue introducida clandestinamente de Colombia hacia Venezuela� [22]. Seg�n el Wall Street Journal, la cantidad de droga que el general Guill�n introdujo clandestinamente ascender�a a m�s de 22 toneladas [23].Pero Estados Unidos nunca ha solicitado a Venezuela la extradici�n de Guill�n para someterlo a juicio. Y en 2007, cuando Guill�n fue arrestado en Venezuela por conspirar para asesinar al presidente Hugo Ch�vez, su inculpaci�n segu�a traspapelada en alguna oficina de Miami [24]. Mientras tanto, el agente de la CIA Mark McFarlin, a quien Bonner, el jefe de la DEA, tambi�n deseaba inculpar, tampoco lo fue y s�lo tuvo que dimitir [25].
En resumen, nada sucedi� a los principales actores de este caso, que probablemente se conoci� en los medios �nicamente debido a las protestas que generaron en aquel entonces los art�culos de Gary Webb publicados en el diarioSan Jose Mercury sobre la CIA, los Contras nicarag�enses y la coca�na.
Los bancos y el lavado del dinero de la droga
Otras instituciones tienen un inter�s directo en el tr�fico de droga, como los grandes bancos que efect�an pr�stamos a pa�ses como Colombia y M�xico sabiendo perfectamente que el flujo de droga ayudar� a garantizar el pago de esos pr�stamos. Varios de nuestros mayores bancos, como el City Group, el Bank of New York y el Bank of Boston, han sido identificados como participantes en el lavado de dinero, pero nunca han sido penalizados de forma lo suficientemente fuerte como para obligarlos a modificar su comportamiento [26]. En resumen, en la implicaci�n de Estados Unidos en el tr�fico de droga se conjugan la CIA, importantes intereses financieros e intereses criminales de ese mismo pa�s y del extranjero.
Antonio Maria Costa, jefe de la ONUDC, ha declarado que �el dinero de la droga, que representa miles de millones de d�lares, ha permitido al sistema financiero mantenerse en el punto culminante de la crisis financiera�. Seg�n el Observer de Londres, Costa declar� haber visto pruebas de que los ingresos del crimen organizado eran �el �nico capital de inversi�n l�quido� disponible en ciertos bancos en el momento del crac del a�o pasado. Afirm� que el sistema econ�mico absorbi� la mayor�a de los 352 000 millones de d�lares de ganancias vinculadas a la droga. Costa declar� que agencias de inteligencia y fiscales le presentaron, hace alrededor de 18 meses, las pruebas que demuestran que el sistema financiero absorbi� el dinero ilegal. �En muchos casos, el dinero de la droga era el �nico capital de inversi�n l�quido. Durante la segunda mitad de 2008, la [falta de] liquidez era el principal problema del sistema bancario, as� que el capital l�quido se convirti� en un factor importante�, dijo Costa [27].
Un perturbador ejemplo de la importancia de la droga en Washington reside en la influencia que ejerci� durante los a�os 1980 el Bank of Credit and Commerce International, gracias a su pr�ctica de lavado del dinero de la droga. Como explico en mi libro, entre los altos funcionarios beneficiarios de la generosidad del BCCI, de sus propietarios y sus afiliados, encontramos a James Baker, secretario del Tesoro en la administraci�n Reagan, quien se neg� a investigar al BCCI [28]; al senador dem�crata Joe Biden y al senador republicano Orrin Hatch as� como a varios miembros importantes del Comit� Judicial del Senado, que tambi�n se neg� a investigar al BCCI [29].
Finalmente, no fue el gobierno de Estados Unidos quien actu� primero en aras de poner fin a las actividades bancarias del BCCI y de sus filiales ilegales en Estados Unidos sino dos personas en particular: el abogado Jack Blum, de Washington, y el fiscal de Manhattan Robert Morgenthau [30].
Conclusi�n: la causa del problema mundial en que se ha convertido la droga no est� en Kabul sino en Washington
Puedo entender por qu� McCoy, en su deseo de cambiar una pol�tica condenada al fracaso, toma m�s precauciones que yo cuando denuncio hasta qu� punto el omnipresente tr�fico de droga corrompe ciertas instituciones estadounidenses poderosas –el gobierno, los �rganos de inteligencia y las finanzas– y no s�lo al gobierno de Karzai. Pero creo que su enfoque, tan lleno de tacto, va a terminar siendo contraproducente. La fuente principal del problema mundial en que se ha convertido la droga no est� en Kabul sino en Washington. Poner fin a ese esc�ndalo exigir� que se divulguen hechos que McCoy no quiere abordar en su art�culo.
En su magistral obra, The Politics of Heroin [31], McCoy habla de la historia de Greg Musto, experto en drogas de la Casa Blanca bajo la administraci�n Carter. En 1980, Musto dijo en el Strategy Council on Drug Abuse de la Casa Blanca que ��bamos a Afganist�n con el fin de apoyar a los cultivadores de opio en su rebeli�n contra la Uni�n Sovi�tica. �No pudi�ramos evitar hacer lo que ya hicimos en Laos?� [32].
Cuando la CIA le neg� el acceso a datos que la ley le daba derecho a consultar, Musto expres� p�blicamente su inquietud, en mayo de 1980, se�alando en un editorial del New York Timesque la hero�na proveniente de la llamada Media Luna de Oro ya estaba causando (por vez primera) una crisis m�dica en Nueva York. Y advirti�, anticipadamente, que �esa crisis est� llamada a empeorar� [33].
Musto esperaba contribuir a lograr un cambio de pol�tica exponiendo p�blicamente el problema y lanzando una fuerte advertencia de que la aventura financiada por la droga en Afganist�n pod�a resultar desastrosa. [34] Pero sus sabias palabras fueron in�tiles ante la implacable determinaci�n de lo que yo llamo la m�quina estadounidense de guerra en el seno de nuestro gobierno y de nuestra econom�a pol�tica. Temo que el mensaje de sensatez de McCoy, por ser amable precisamente all� donde la amabilidad no tiene cabida, sufra hoy el mismo destino.
Peter Dale Scott, ex diplom�tico canadiense y profesor de ingl�s en la Universidad de California, es poeta, escritor e investigador. Sus principales libros de poes�a son los tres vol�menes de su trilog�a: Seculum: Coming to Jakarta: A Poem About Terror (1989),Listening to the Candle: A Poem on Impulse (1992), y Minding the Darkness: A Poem for the Year 2000. Adem�s ha publicado: Crossing Borders: Selected Shorter Poems(1994). En noviembre de 2002 recibi� el Premio Lannan de Poes�a. Como orador contra la guerra durante las guerras de Vietnam y del Golfo, fue co-fundador del Programa de Estudios de la Paz y de Conflictos en UC Berkeley, y de la Coalici�n sobre Asesinatos Pol�ticos (COPA). Su poes�a ha tratado tanto su experiencia como su investigaci�n. Su investigaci�n m�s reciente se ha concentrado en las operaciones clandestinas de USA, su impacto en la democracia en casa y en el extranjero, y sus relaciones con el asesinato de John F. Kennedy y el narcotr�fico global. El cr�tico de poes�a Robert Hass escribi� (Agni, 31/32, p. 335) �que Coming to Jakarta es el poema pol�tico m�s importante que haya aparecido en el idioma ingl�s desde hace mucho tiempo�.
Lecturas en ingl�s sobre este mismo tema:
Alfred W. McCoy, Can Anyone Pacify the World’s Number One Narco-State? The Opium Wars in Afghanistan
Peter Dale Scott, America’s Afghanistan: The National Security and a Heroin-Ravaged State
Peter Dale Scott, Martial Law, the Financial Bailout, and the Afghan and Iraq Wars
Jeremy Kuzmarov, American Police Training and Political Violence: From the Philippines Conquest to the Killing Fields of Afghanistan and Iraq
MK Bhadrakumar, Afghanistan, Iran and US-Russian Conflict Peter Van Agtmael, All You Need is Heroin: U.S. Troops in Their Own Hand
Lecturas en franc�s disponibles en nuestra biblioteca:
D�p�ches sur la g�opolitique des drogues(1993-1996) (boletines acerca de la geopol�tica de las drogas)
Referencias: [1]«Can Anyone Pacify the World’s Number One Narco-State? The Opium Wars in Afghanistan», por Alfred W. McCoy [2] Finalmente, Estados Unidos y sus aliados concedieron a Hekmatyar, quien fue por un algún tiempo el mayor traficante de droga del mundo, más de mil millones de dólares en armas, más de lo que ningún otro cliente de la CIA ha recibido nunca, ni antes ni después. [3] Peter Dale Scott, The Road to 9/11, p.74-75 (publicado en francés con el título La Route vers le Nouveau Désordre Mondial [En español, El Camino hacia el Nuevo Desorden Mundial](Demi-Lune, Paris, 2010): Khalid Sheikh Mohammed, a quien la Comisión Investigadora sobre el 11 de septiembre considera el verdadero autor del complot del 11/9, comenzó a concebir el plan cuando estaba en contacto con Abdul Sayyaf, un dirigente con quien Osama ben Laden no estaba aún en buenos términos. [9/11 Commission Report, p.145-50]. En aquel momento, varios de los hombres condenados por el atentado de 1993 contra el World Trade Center y por la «jornada de terror» de 1995 en Nueva York se habían entrenado o habían combatido con Gulbudin Hekmatyar, o habían recogido dinero para él. [Tim Weiner, “Blowback from the Afghan Battlefield”, New York Times, 13 de marzo de 1994]. [4] «Le Jundallah revendique des actions armées aux côtés des Moudjahidin du Peuple», Réseau Voltaire, 13 de junio de 2009. [5] Seymour Hersh, New Yorker, 7 de julio de 2008. [6] «Encargan a Hamed Wali Karzai de negociar con los talibanes», Red Voltaire, 14 de mayo de 2010. [7] New York Times, 27 de octubre de 2009. [8] Steve Coll, Ghost Wars: The Secret History of the CIA, Afghanistan, and Bin Laden, from the Soviet Invasion to September 10, 2001, (Penguin Press, New York, 2004), p.536. Según Ahmed Rashid, al principio de la ofensiva estadounidense de 2001, “El Pentágono disponía de una lista de al menos 25 laboratorios de drogas y almacenes en Afganistán, pero se negaron a bombardearlos porque algunos pertenecían a los nuevos aliados de la CIA miembros de la NA [Northern Alliance / la Alianza del Norte]”, (Ahmed Rashid, Descent into Chaos: The United States and the Failure of Nation Building in Pakistan, Afghanistan, and Central Asia, [Viking, New York, 2008], p.320). [9] Stanley Karnow, Vietnam: A History(Penguin, New York, 1997), p.239. Cf. New York Times, 28 de octubre de 2009. [10] Thomas H. Johnson & M. Chris Mason, “Refighting the Last War: Afghanistan and the Vietnam Template”, Military Review, noviembre-diciembre de 2009, p.1. [11] El lector atento a los detalles observará seguramente que ni siquiera 3 400 millones de USD llegan a representar el 53% de los 10 000 millones estimados en el párrafo anterior como PIB de Afganistán. Esos estimados, provenientes de diversas fuentes, no son muy precisos y no pueden arrojar, por lo tanto, un resultado matemáticamente perfecto. En todo caso, se trata del valor de las drogas en Afganistán, calculado a grandes rasgos, y no del valor que puede alcanzar su venta al detalle en los países consumidores. [12] Afghanistan: Drug Industry and Counter-Narcotics Policy. [13] En 2007, el Daily Mail de Londres reportó que «los cuatro principales actores del tráfico de heroína eran todos miembros importantes del gobierno afgano» [[London Daily Mail. 21 de julio de 2007. En diciembre de 2009, Harper’s publicó una larga investigación sobre el coronel Abdul Razik, “el amo de Spin Boldak”, traficante de droga y aliado de Karzai. El ascenso de Razik fue “estimulado por un círculo de oficiales corruptos en Kabul y Kandahar, y también porque a los comandantes de la OTAN, desplegados en un territorio demasiado grande, les pareció útil el control que ejercía [Razik] sobre una ciudad fronteriza esencial para su guerra contra los talibanes”, (Matthieu Aikins, “The Master of Spin Boldak”, Harper’s Magazine, diciembre de 2009). [14] James Risen, “U.S. to Hunt Down Afghan Lords Tied to Taliban”, New York Times, 10 de agosto de 2009: “El comando militar de Estados Unidos dijo al Congreso que… sólo los [traficantes de droga] que ayudan a los insurgentes deberán ser considerados como blanco.” [15] Corey Flintoff, “Combating Afghanistan’s Opium Problem Through Legalization”, NPR, 22 de diciembre de 2005. [16] Ante otros auditorios, los responsables rusos de la lucha antidrogas se han referido explícitamente a la OTAN. Ver «Cultivo de la planta del opio: denuncia Rusia la responsabilidad de la OTAN», Red Voltaire, 3 de marzo de 2010. Extraoficialmente, los responsables rusos cercanos a Putin han mencionado también un soborno de 1 000 millones de dólares que la OTAN paga cada año, con el dinero de la droga, al presidente ruso Medvedev a cambio de un derecho de paso de los soldados estadounidenses a través del territorio ruso. Nota de la Redacción. [17] Ver: CBS News, 1º de abril de 2010. [18] Ver el libro de Peter Dale Scott, «La Route vers le Nouveau Désordre Mondial». NdT. [19] Varios cables de Gordon McGinley, agregado legal del FBI en la capital de México, enviados al Departamento de Justicia, ver Scott & Marshall, Cocaine Politics, p.36. [20] Scott, Deep Politics, p.105; citación del San Diego Union, 26 de marzo de 1982. [21] Fueling America’s War Machine: Deep Politics and the CIA’s Global Drug Connection, (publicación anunciada para el otoño de 2010 en Rowman & Littlefield). [22] Time, 29 de noviembre de 1993: “Los envíos continuaron de todas formas, hasta que Guillén trató de enviar 3 373 libras de cocaína de una sola vez. La DEA, (Drug Enforcement Agency), vigilante, lo detuvo [el cargamento] y lo confiscó.” Cf. New York Times, 23 de noviembre de 1996 (“one ton”). [23] CBS News Transcripts, 60 Minutes, 21 de noviembre de 1993. [24]nbsp;Wall Street Journal, 22 de noviembre de 1996. Yo sospecho que la CIA aprobó la importación no tanto “como medio de reunir información” como para redistribuir el mercado del tráfico global de cocaína, en su país de origen, Colombia. Durante los años 1990, la CIA y el JSOC estuvieron implicados en la eliminación del barón colombiano de la droga Pablo Escobar, lo cual fue posible gracias a la ayuda del Cártel de Cali y de los escuadrones de la muerte terroristas de la UAC de Carlos Castaño. Peter Dale Scott, Drugs, Oil, and War, p.86-88. [25] Chris Carlson, “Is The CIA Trying to Kill Venezuela’s Hugo Chávez?” Global Research, 19 de abril de 2007. [[26] Douglas Valentine, The Strength of the Pack : The People, Politics and Espionage Intrigues that Shaped the DEA (TrineDay, Springfield, 2009), 400 ; Time, 23 de noviembre de 1993. McFarlin había colaborado con fuerzas antiguerrilla en Salvador durante los años 1980. Jim Campbell, jefe de la estación de la CIA en Venezuela. [27] El Bank of Boston blanqueó por lo menos 2 millones de dólares para el traficante Gennaro Angiulo, por lo cual fue incluso condenado a pagar una multa de 500 000 dólares, (New York Times, 22 de febrero de Février 1985; Eduardo Varela-Cid, Hidden Fortunes : Drug Money, Cartels and the Elite Banks [El Cid Editor, Sunny Isles Beach, 1999]). Cf. Asad Ismi, “The Canadian Connection: Drugs, Money Laundering and Canadian Banks”, Asadismi.ws: “el 91% de los 197 000 millones de dólares que se invierten en cocaína en Estados Unidos se queda en ese país, y los bancos estadounidenses blanquean 100 000 millones de dólares provenientes de la droga cada año. Entre los bancos conocidos por ese tipo de prácticas se encuentran el Bank of Boston, el Republic National Bank of New York, el Landmark First National Bank, el Great American Bank, el People’s Liberty Bank and Trust Co. of Kentucky, y el Riggs National Bank of Washington. El Citibank ayudó a Raúl Salinas (el hermano del ex presidente de México Carlos Salinas) a sacar de México varios millones de dólares destinados a varias cuentas secretas abiertas en Suiza bajo identidades falsas.” [[28] Rajeev Syal, “Drug money saved banks in global crisis, claims UN advisor”, Observer, 13 de diciembre de 2009. [29] Jonathan Beaty & S.C. Gwynne, The Outlaw Bank: A Wild Ride into the Secret Heart of BCCI, (Random House, New York, 1993), p.357. [30] Peter Truell & Larry Gurwin, False Profits: The Inside Story of BCCI, the World’s Most Corrupt Financial Empire, (Houghton Mifflin, Boston, 1992), p.373-77. [31] Truell & Gurwin, False Profits, p.449. [32] Disponible en francés con el título La politique de l’heroine. L’implantation de la CIA dans le trafic des drogues [Editions du Lézard, 1998]. [33] Alfred W. McCoy, The Politics of Heroin(Lawrence Hill Books/ Chicago Review Press, Chicago, 2003), p.461, donde cita una entrevista con el Dr. David Musto. [34]David Musto, New York Times, 22 de mayo de 1980; citado en McCoy, Politics of Heroin, p.462.
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Fuente: Afganistán-Estados Unidos una geopolítica mundial del comercio de las drogas |
Kosovo un narcoestado artifical creado
por EE.UU. y la OTAN
Alfredo Embid
[Ver artículo]